El reto de las instituciones electorales frente a una ciudadanía desencantada con la democracia

Columna:

La Opinión de Tania Sofía Tejeda
Analista Electoral

Las elecciones que tendrán lugar el próximo domingo 1 de julio significan un reto para todos los participantes. Pero, no solo para los candidatos que compitan por ocupar un cargo de elección popular, sino, además, para todas las instituciones encargadas del proceso electoral 2017-2018, ya que se enfrentan a una ciudadanía desencantada con la democracia y con todo aquello que refiera a la política.

Sin embargo, no se trata de un fenómeno reciente. Ante una pérdida de legitimidad e insatisfacción de sus demandas, durante 1998 y 1999, una serie de encuestas realizadas a la ciudadanía establecieron que entre el 60 y 66%  de las personas deseaban que el PRI dejara la presidencia y aunque no quedaba muy claro qué partido se encontraba entre las preferencias de los encuestados para ocupar el cargo de Presidente¹, el cambio parecía inminente.

Fue así que para el 2000 llegó la esperada alternancia; finalmente, después de 71 años en el poder, el partido tricolor dejaba libre la silla presidencial para ser ocupada ahora por el PAN. No obstante, las transformaciones que se esperaban con este cambio de partido gobernante no llegaron y la confianza que había tanto en los partidos, como en las instituciones electorales nuevamente se vio disminuida.

Esto se hizo evidente tras los acontecimientos ocurridos en las elecciones del año 2006, donde se consideró como “ilegitimo” al presidente electo, Felipe Calderón, por parte de su opositor, Andrés Manuel López Obrador quien afirmó que había existido un fraude electoral y bajo la consigna del “voto por voto, casilla por casilla” hizo un llamado a la ciudadanía para manifestarse y así lograr que el otrora IFE, lo reconociera como el candidato ganador.

Aunque esto no ocurrió, la confianza en las instituciones electorales se vio seriamente afectada al considerar la posibilidad del fraude y el desencanto con la política también se acentúo. Así se fue el sexenio panista, lleno de dudas desde el día mismo de su elección y con una desaprobación preocupante ante las políticas que caracterizaron a dicha administración.

De acuerdo con una encuesta realizada por Parametría en julio de 2012, las instituciones que más baja confianza generan son el gobierno municipal, los jueces, la policía estatal, la policía municipal y los partidos políticos² siendo un problema no solo en nuestro país, sino a nivel mundial, al ser los partidos políticos las instituciones que menos confianza generan entre los electores.

Pero no son solo estos antecedentes los que abren paso al debate para las elecciones que están por llegar. Los ciudadanos no tienen certeza del candidato o el partido al que le otorgarán su voto y en el peor de los casos, no saben incluso si se presentarán en las casillas el día de la elección al creer que la decisión de elegir no está en sus manos.

Así, ante una sociedad desencantada con la democracia y que se siente ajena de la política y las decisiones que se toman en el país, el gran reto institucional es garantizar que sus opiniones y participación serán tomadas en cuenta para que esa democracia en la que nos decimos vivir se respete.

No es utópico creer que se puede garantizar a la ciudadanía el respeto de sus decisiones, pero es un gran reto para nuestras instituciones electorales mostrarnos de qué manera pueden revertir esa desconfianza ahora que se acerca una elección tan importante y decisiva para nuestro país. 


¹ Bolívar, R (2007), “El primer gobierno de la alternancia política en México: saldos y retrocesos” IPN, México, p. 10

² Confianza en las instituciones, Parametría, julio de 2012.

 

Imagen: Commons

EP

 

 

 

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