Cada vez estamos más cerca de que inicien las campañas electorales en las que los candidatos registrados para competir por el cargo de Presidente de la República podrán mostrar sus propuestas y a través de sus viajes por el país, buscarán convencer a la ciudadanía de que son el gobernante que el mismo requiere. Aunque las precampañas sirvieron para que estos candidatos partidistas se dieran a conocer, uno de ellos es quizá, quien lleva la ventaja en este aspecto.
Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, el político tabasqueño que fue uno de los fundadores del PRD y de la Asociación Civil Movimiento de Regeneración Nacional, que más tarde se convertiría en partido político, hará del proceso electoral de 2018, el tercero en el que participará para ocupar este cargo, pero ahora siendo el candidato de Morena.
El 0.62% de 2006
La historia de López Obrador como candidato a ocupar la silla presidencial inició en 2005, cuando después de haber sido Jefe de Gobierno del Distrito Federal, obtuvo la candidatura interna de su partido y llegó así a la boleta electoral. El desenlace de esta primera candidatura lo conocemos: la diferencia del porcentaje de votos entre él y el candidato panista Felipe Calderón fue de apenas 0.62%, resultado que le dio el triunfo al panista Calderón Hinojosa, iniciando con ello una constante lucha entre AMLO y las instituciones electorales, al alegar un fraude y que aun a la fecha, sigue siendo una de las elecciones más polémicas en el país.
Para 2012, el ex perredista nuevamente se lanza como candidato presidencial y bajo un escenario político complicado, donde la guerra contra el narcotráfico que emprendió Felipe Calderón durante su sexenio, así como la incertidumbre de otro posible fraude y un PRI que venía con gran fuerza, finalmente llegó el día de la elección. Esta vez, los resultados no fueron tan cerrados y después de 12 años en los que hubo alternancia en el Ejecutivo Federal, el partido tricolor regresó a la residencia de los Pinos, dejando a AMLO como segundo lugar en las preferencias de los electores, una vez más.
No obstante, en aquellas elecciones, se veía a un López Obrador más protagónico, que fácilmente se “enganchaba” ante las críticas y hacia sus rivales políticos. Ahora, aunque si bien no han iniciado formalmente las campañas, periodo donde esta llamada “guerra sucia” parece ser permitida, el candidato por Morena se ha visto más sereno, ya que por ahora, le pelea es entre Ricardo Anaya y José Antonio Meade, situación que parecería favorecer al tres veces candidato presidencial.
La víspera del primero de julio.
Esto de acuerdo con algunas encuestas, como Parametría, las cuales aventajan a AMLO sobre los otros contendientes, producto de las declaraciones sobre irregularidades financieras de las que han sido objeto de critica tanto Anaya como Meade y que les han restado apoyo por parte de la ciudadanía.
Si las encuestas decidieran al presidente, al día de hoy, López Obrador tendría una amplia ventaja y estaría muy cerca de portar la banda presidencial, pero como esto solo se decidirá en las urnas, puede ser útil a Andrés Manuel para aprender de los errores pasados y hacer una campaña diferente, donde se muestre maduro políticamente y ante la incertidumbre de la que ahora son parte los otros candidatos, pueda aprovecharla y hacerse de los votos en estados que históricamente tienen una tendencia hacia un partido, lo que generaría un número considerable de votos en entidades, por ejemplo del norte y no concentrar el apoyo hacia su partido solo en el centro y el sur, comenzando a construir el camino que podría llevarlo hacia los pinos.
Imagen: Bigstock