Los ecos del #DebatePresiedencial

Como señala aquel dicho, “no hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla” y así llegó el primer debate entre los candidatos a la presidencia de la república.

La cita esperada.

La noche del domingo 22 de abril se dieron cita en el Palacio de Minería los 5 candidatos que quieren convertirse en el próximo presidente y sin duda, se trató de un debate más que interesante. Quizá el más certero que hayamos visto y esto se debió a dos ejes: primero, se trató de un debate ágil, donde la idea de tener tres moderadores permitió fluidez al momento de realizar las preguntas sobre los ejes principales a debatir en este primer encuentro. Aunque el tiempo se vuelve un tema que pocos respetan con cronómetro en mano, considero que de manera general se respetaron los tiempos y hubo dinámica al dar las respuestas en cada participación de los candidatos; vimos un formato interesante que valdría la pena rescatar para próximos encuentros.

Segundo, sin duda, las preguntas realizadas a los candidatos son las que debemos poner sobre la mesa de debate. Fueron preguntas directas y con temas relevantes y hasta controversiales para nuestro país. Sabemos que es difícil, por no decir imposible, que en política se hagan promesas de acciones concretas, pero en este encuentro los candidatos se concentraron en cuestionar los ejes de campaña de Andrés Manuel López Obrador, más que de dar respuestas concretas a las preguntas sobre las acciones que llevarán a cabo.

La cacería presidencial

El Dr. John Ackerman decía que esto es completamente normal, pues aquel candidato que va arriba en las encuestas es al que más van a cuestionar; esto se reforzó al ser la amnistía de la que ha hablado AMLO durante toda su campaña el tema central durante todo el debate y el que lo tuvo como el más señalado por parte de los otros candidatos.

Aunque es cierto que en esta ocasión no se trató de un AMLO tan agresivo, sino más bien, trataba de evadir los cuestionamientos por parte de los contendientes y de las preguntas que hacían los moderadores, pero como se le ha visto a lo largo de este proceso, me pareció que se comportó congruente, sabiendo que el tema de la seguridad sería su principal “grillete” esa noche.

Margarita Zavala y Jaime Rodríguez, los independientes que no lo son tanto, quedaron a deber. Zavala buscó responder de manera imparcial sobre las políticas que se llevaron a cabo durante el sexenio panista con Calderón como presidente, pero no podía defender lo indefendible. El “Bronco” asistió a este debate con la intención de demostrar que los partidos políticos son el principal problema de este país y que sin duda, un gobierno independiente es la solución, pero al cuestionársele sobre la forma en que finalmente recibió su registro, intentó “lavarse las manos” y dio ejemplo de que corrupción no solo se da al interior de los partidos.

José Antonio Meade, quien respondía como si estuviera en la grabación de un spot, fue reflejo de su campaña, gris y sin respuestas seguras o concretas. Para Ricardo Anaya, prácticamente solo había un candidato con el que valía la pena ocupar su tiempo y ese era Andrés Manuel; aunque cuestionó y crítico al partido tricolor, su participación también reflejó lo que señalan las encuestas: la elección presidencial se decidirá entre él y AMLO.

Todavía queda mucha historia por escribir en este proceso electoral, pero me gustaría ver un próximo debate que nos deje más respuestas que dudas.

 

Imagen: Commons

EP

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