Crónica de una derrota anunciada

La derrota del PRI el pasado 1 de julio de 2018 fue la última estocada sobre el ataúd ante una elección perdida; no solo desde el nombramiento de un «candidato ciudadano» para la presidencia, sino desde el mismo regreso del tricolor a la Presidencia donde, a lo largo del sexenio, se fueron presentando una serie de elementos que perjudicaron y desgastaron la imagen del partido, durante la administración de Enrique Peña Nieto.

Los escándalos de corrupción gestados durante el sexenio, las disputas desde Presidencia por la continuación en el poder, la ruptura partidista por la “imposición” de un candidato ajeno al partido, -sumado al crecimiento de Morena en la palestra política- y las deficiencias estratégicas para debilitar a sus oponentes políticos, fueron acontecimientos que no se visualizaron por no considerarse trascendentes; “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”.

El partido histórico venía mostrando signos de enfermedad desde las elecciones estatales de 2016 cuando el entonces presidente del CEN, Manlio Fabio Beltrones, decidió dejar las riendas del partido tras perder en siete de 12 gubernaturas que estaban en disputa; entre ellas bastiones políticos del partido que nunca habían tenido alternancia: Quintana Roo, Veracruz y Tamaulipas.

Aunado a ello, la administración de Enrique Peña Nieto fue un crisol de escándalos de corrupción como el de la llamada “Casa Blanca”, la desaparición de 49 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, el caso Odebrecht, el segundo escape del narcotraficante y líder del “Cártel de Sinaloa”, Joaquín “El Chapo” Guzmán, así como el desvío de recursos públicos, lavado de dinero y vínculos con el crimen organizado por parte de Javier Duarte (Veracruz), César Duarte (Chihuahua), Tomás Yarrigton (Tamaulipas), Roberto Borge (Quintana Roo), todos, gobernadores priistas, serían los que terminarían por mermar las aspiraciones del partido tricolor por seguir un sexenio más en el poder.

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La Batalla del Estado de México

La contienda por la gubernatura del Estado de México fue la batalla electoral que avecinaba la derrota del PRI. A pesar de que Alfredo del Mazo Maza fue el ganador del proceso electoral con un 33.56 % contra 30.78 % de Delfina Gómez, candidatos del PRI y Morena respectivamente, aquella disputa por la entidad mexiquense, estuvo a punto de experimentar por vez primera la transición en toda su historia.

La candidata de Morena obtuvo preferencia electoral en 21 distritos electorales de nueve municipios, entre ellos, Texcoco, Tecamac, Valle de Chalco, y Ecatepec, siendo este último uno de los bastiones políticos del PRI. Por su parte, Alfredo del Mazo obtuvo un mayor número de votos en las zonas rurales de la entidad: Lerma, Chicoloapan, Tenancingo, Ixtlahuaca, Amecameca, Los Reyes, Jilotepec; así como en la capital, Toluca y en la cuna del priísmo: Atlacomulco.

Los resultados del proceso electoral en el Estado de México y la derrota del PRI en los municipios de la Zona Metropolitana eran una clara señal de que el priísmo en la entidad venía en caída. Con la finalidad de frenar el avance de Morena en la entidad mexiquense, Ernesto Nemer se presenta para dirigir el CEN estatal y reestructurar a las bases rumbo a la contienda presidencial. El priista fue titular de la Procuraduría Federal y del Consumidor en la actual administración, cargo que dejó para coordinar la campaña del actual gobernador del Estado de México y una vez finalizada la contienda, tomaría las riendas del PRI mexiquense.

Cabe destacar que durante la toma de protesta de Alfredo del Mazo, los dirigentes estatales y locales de Nueva Alianza, Encuentro Social y Partido Verde Ecologista de México, así como los diputados estatales, no asistieron al evento y mostraron su molestia con Del Mazo cuando dio a conocer a los miembros de su gabinete ya que no figuraban políticos de los partidos con los que fue en alianza en la entidad. Además, cabe destacar que las tres fuerzas políticas sumaron 2.7% de los votos, cuando la diferencia entre la candidata de Morena y el priista fue de 2.8%; por lo tanto, aquel evento en el que no pusieron el pie en el Congreso mexiquense sus aliados electorales emitían un mensaje de rencor, aunado a la posible traición de no ir en coalición para la elección presidencial y las estatales.

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Ante un escenario en el que permeaba el descontento de sus aliados, un gabinete en el que destacaban amigos cercanos del gobernador cuando éste fue alcalde de Huixquilucan, un margen de maniobra limitado para reordenar la estructura priista en el Estado de México, la posible ruptura familiar del gobernador mexiquense con el presidente de México, el triunfo de Morena en el Área Metropolitana y posteriormente la imposición de candidatos a las alcaldías desde el CEN estatal reflejaron el grado de amnesia del PRI local sobre el futuro de la entidad rumbo al 2018.

Las omisiones de Ernesto Nemer y Alfredo del Mazo pasaron factura en el Estado de México al darse a conocer los resultados electorales de 2018. Morena ganó 43 de los 45 distritos locales; y 48 de los 125 ayuntamientos disputados en la entidad mexiquense. Entre los ayuntamientos perdidos por el PRI se encuentran: Texcoco, Tlalnepantla, Naucalpan, Atizapán de Zaragoza, Cuautitlán; municipios que se adhieren a los territorios conquistados por Morena en 2017; de igual manera arrancaron sitios emblemáticos del priismo mexiquense como lo son Valle de Toluca, Metepec, Zinancatepec y el más doloroso de todos, Atlacomulco.

Aquella derrota fue un golpe mortal para el PRI al ser derrotados en su propia casa y convirtiendo al Estado de México en un bastión para Morena. Uno de los errores del CEN estatal y nacional fue el pensar que sus bases tradicionales y que se ubican en las zonas rurales le darían la victoria, pero omitieron las estrategias para frenar el avance de Morena en el Área Metropolitana, siendo el acabose el perder la cuna política que los vio nacer.

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La disputa desde Presidencia

Personajes como Miguel Ángel Osorio Chong, Ivonne Ortega, Aurelio Nuño, Enrique de la Madrid, José Narro y Eruviel Ávila formaban parte de la baraja que presentaba el PRI hacia el último trimestre del 2017 para abanderar al partido tricolor en la contienda presidencial; sin embargo, los trabajos para nombrar al candidato priista para el 2018 se realizaron desde la Presidencia.  El cabildeo  fue encabezado por Luis Videgaray, Secretario de Relaciones Exteriores, personaje cercano al presidente, Enrique Peña Nieto, quien se encargó de emprender las operaciones políticas-logísticas correspondientes y negociaciones para que el abanderado del partido tricolor fuese emanado del gabinete Presidencial.

Para ello ocurrió algo impensable dentro del partido. Fue el 9 de agosto, durante la Asamblea General del PRI, encabezada por el entonces presidente nacional, Enrique Ochoa Reza, que se aprobó modificar los estatutos generales, donde destacan la elección de candidatos externos a puestos de elección popular; freno a “chapulines” en el que los legisladores plurinominales no podrán reelegirse bajo esa misma vía; los jóvenes obtendrán un 30 por ciento de las candidaturas y multas a los candidatos por mal manejo de los recursos durante las campañas. Dicha modificación abría camino para que José Antonio Meade -en ese entonces secretario de Hacienda y Crédito Público- se convirtiera en el candidato del PRI rumbo al 2018.

Uno de los políticos que empujaba para formar parte de la carrera presidencial era Miguel Ángel Osorio Chong, quien destacaba por su capacidad de negociar con grupos antagonistas y disidentes al Gobierno Federal al estar al frente de la Secretaría de Gobernación. El exsecretario es miembro del Grupo Hidalgo, el cual históricamente ha rivalizado internamente en el PRI con el Grupo Atlacomulco, encabezado  por el presidente, Peña Nieto.

El Grupo Hidalgo tuvo bajo su poder de la agenda en materia de seguridad y se encaminaba para sobresalir dentro del gabinete Presidencial teniendo bajo su poder el mando de la Procuraduría General de la República, SEGOB y el CISEN. Políticos como Jesús Murillo Karam, David Penchynna y Eugenio Imaz forman parte del círculo de confianza de Osorio Chong desde que éste fue gobernador de Hidalgo y que ocuparon cargos en dicha materia durante la administración de Peña Nieto.

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El antagonismo entre los grupos en la Presidencia se hizo evidente en cuanto se acercaban los comicios presidenciales. Miguel Ángel Osorio Chong fortaleció su imagen política al detener a la exdirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo; al dialogar con los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional tras una huelga de casi cuatro meses, así como realizar las tareas de inteligencia para capturar por tercera vez a Joaquín “El Chapo” Guzmán. Todo ello lo catapultaba para ser el abanderado del PRI para el 2018, pero el obstáculo que le impedía tener el aval de partido era el choque político con el Grupo Atlacomulco desde la Presidencia.

Tras darse a conocer el nombramiento de José Antonio Mede como candidato del PRI, Miguel Ángel Osorio Chong decide dejar la Secretaría de Gobernación el 10 de enero de 2018 “destapando” sus intenciones de competir por un escaño en el Senado.

Para evitar una fractura interna en el partido, José Antonio Meade designó a Osorio Chong , Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes, Carolina Viggiano, René Juárez y Marino González como coordinadores regionales de su campaña. A pesar de ello, la molestia del exsecretario de Gobernación era inminente por el nombramiento de un candidato externo al partido que lo dejaba fuera de la contienda presidencial. Pero no solo el exgobernador de Hidalgo estaba “divorciado” del candidato del PRI, sino tanto militantes, simpatizantes y como otros políticos, manifestaban a nivel estatal su disgusto por el “elegido” quien no era el favorito de las viejas guardias priistas y esas molestias llegaban a oídos del presidente que hacía caso omiso a las quejas de sus compañeros de partido.

Estrategia fallida de la dirigencia

El nombramiento de Meade Kuribreña como candidato presidencial no cayó del todo bien para los priistas tradicionales y las bases políticas del partido. Los trabajos logísticos se realizaron en colaboración con la Presidencia, mientras que Enrique Ochoa se encargó de coordinar y cabildear desde el núcleo del partido, al grado de modificar los estatutos generales de la institución partidista para que un personaje externo a éste se encaminara a ser el abanderado.

090818meadeNo obstante a dichas modificaciones, ocurrió lo esperado; durante el proceso electoral, José Antonio Meade no logró conectar con las bases políticas del partido; tampoco obtuvo un “espaldarazo” tradicional de las organizaciones sindicales y empresariales afines al partido; aunado a ello, su imagen buscó proyectar un aislamiento con el partido político a fin de evitar vincularlo con la mala fama de corrupción que se había ganado el institución política y restarle credibilidad a su candidatura. Sin embargo, esa estrategia no resultó satisfactoria ya que carecía de fuerza política y popularidad para lograr una conexión con los electores; aunado a ello, el equipo político que laboró durante la campaña estaba compuesto por amigos directos del candidato y personajes que eran más tecnócratas que “políticos carismáticos”.

Ante la falta de resultados, el entonces dirigente del partido, Enrique Ochoa, dejó la batuta del partido el 2 de mayo del 2018 y se nombró a René Juárez Cisneros como el nuevo titular. Tomó las riendas del partido a dos meses de celebrarse las elecciones presidenciales con el propósito de que el candidato de la coalición “Todos por México”, repuntara en las encuestas electorales, quien se encontraba en un lejano tercer lugar del puntero Andrés Manuel Lòpez Obrador. Aquella labor era titánica con pocos días para maniobrar y con una organización partidista que mostraba fracturas internas que no lograban movilizar las bases.

Todos estos acontecimientos ocurridos a lo largo del periodo de campañas, culminaron con el fracaso evidente del partido que había regresado a Los Pinos apenas hacía 6 años atrás: se perdieron las nueve gubernaturas en disputa, la bancada del PRI en el Senado estará conformada tan solo  por 13 personajes, en el Congreso de la Unión obtuvo una representación de 42 diputados y una medalla de bronce en el camino a la presidencia.

Finalmente, el pasado 16 de julio de 2018 renunció a la presidencia Nacional del Partido Revolucionario Institucional René Juárez Cisneros, quien estuvo al mando del partido tan solo 75 días; tras su salida Claudia Ruiz Massieu fue nombrada como presidenta del CEN. En sus primeras declaraciones afirmó que la institución entrará en una etapa de reflexión sobre lo acontecido el 1 de julio y destacó, entre uno de los posibles cambios que se lleguen a gestar, es renombrar al partido político.

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¿Con qué nos quedamos de todos estos acontecimientos? Con un PRI incapaz de analizar los elementos que se presentaron previo al proceso electoral 2018. El barco se encontraba a la deriva y no existió capitán alguno que pudiera regresarlo a puerto; los priistas tradicionales le dieron la espalda a su candidato presidencial y ni hablar de las dirigencias locales que se vieron inhabilitadas ante el avance de Morena y el fallido intento de aliarse en los estados con los partidos pequeños por lo acontecido en el Estado de México. A pesar de ello el PRI continúa como un “zoombie” en ambas Cámaras con poca fuerza política como para calificarla de una oposición ante un partido que va encaminado a hacerse del control político total como en sus glorias pasadas.

 

Imagen: Twitter

EP

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