Siempre que se presenta una movilización estudiantil , se escucha la voz regañona que pronuncia las palabras mágicas: “hay que organizarnos”; cuando todo movimiento surge en contra de toda organización.
Es así, como, movimiento tras movimiento, se realizan asambleas interminables, miles de comisiones o en su defecto, asambleas de las asambleas (como la interuniversotaria) que más allá de proponer lo imposible mediante la improvisación, se implementa lo caduco de lo anquilosado de movimientos e ideas conservadoras que tienen un objetivo: desmovilizar.
Ante lo anterior, se crean pronunciamientos interminables, con largas líneas de balance y soluciones mágicas. Se votan paros en nombre de la movilización y lo que ocasionan es la inmovilización.

Es en ese sentido, las demandas legítimas y realizables se pierden ante la ininterrumpida marcha de líneas y párrafos de prosa revolucionaria que no llevan más que al desgaste e inoperatividad de la efervescencia estudiantil, perdiéndose en el fondo negro de las hojas blancas.
Es así , como una y otra vez, se replican los mismos actos, se manifiestan las mismas ideas junto con las repetidas frases, pero no quedan más que en el eco de la historia , en lo oscuro del pasado.
Imagen principal: El Politólogo