Nunca hubiera creído que en 2017 mi vida cambiaría en cuanto a la prevención, a la protección civil. Lo curioso es que desde enero de ese año yo estaba trabajando una guía que instaba a las escuelas a crear conciencia sobre la importancia de la protección civil, así como la conformación de los comités y cómo elaborar un programa interno.
Trabajé con varias instancias para realizarlo lo más explicativo posible y, sin embargo, ni yo misma entendía la importancia de ello.
Cada ceremonia y minuto de silencio de cada 19 de septiembre, lo hacía de forma automática. Siempre realicé los simulacros de la mejor forma y entendiendo el significado del mismo, pero no lo veía como una forma de salvar mi vida.
No viví el temblor del 85, las fotos y testimonios no me hacían sensibilizar como debería ser. Lo veía tan lejano a mí e incluso, cada que temblaba y no lo sentía, me decepcionaba.
Todo eso hasta el 2017. En el trabajo tuvimos simulacro a las 11:00, lo realizamos bien. Todo salió bien y eso nos salvó la vida dos horas después. Cuando empezó el movimiento supimos qué hacer y, aunque nuestro edificio no se cayó, sí pudimos haber salido lastimados. Afortunadamente eso no pasó, nuevamente, porque supimos qué hacer.
Mi error y el de algunas compañeras fue el no desalojar al instante después del movimiento. Me regresé a mi oficina por mis cosas porque no pensaba volver a subir al edificio. Ya estando abajo comprendí que cometí un error enorme al regresarme.
Pasaron los días y las noticias calaron profundamente en mí. Hacer recorridos por los pueblos de Xochimilco me dieron un golpe de agradecimiento por haber salido viva, mi familia, mis amigxs y compañerxs.
Sin embargo, poco después, el estrés le ganó a mi cuerpo y terminé con medicinas. Además, el sentimiento de culpa me comía, aunque ya no me competía, porque esa guía que estaba trabajando desde nueve meses antes no salía a publicarse y me preguntaba si ella hubiera ayudado a las escuelas.
Hoy, un tiempo después, soy brigadista de protección civil en mi trabajo, tomo cursos y me uniré a la brigada de primeros auxilios. La guía por fin salió y cada que tengo la oportunidad de presentarla o explicarla, trato de hacerles entender lo importante que es la protección civil en todas las entidades, porque no sólo somos vulnerables a los sismos.
Mis hábitos también han cambiado, ya no suelo tener todo regado, sino contar con una mochila en la que tiene todo y que al momento de que ocurra algún problema, tomarla y nunca volver a regresarme. También trato de tener la pila llena de mi celular y una batería externa.
En cuanto al macrosimulacro de hoy, me parece incorrecto. Es abrir otra vez esas heridas, esos miedos que no se han ido. En 2018 fue hasta enfermizo realizarlo en la misma hora que lo ocurrido en 2017..
Soy defensora de los simulacros porque bien realizados salvan vidas, pero hoy deberíamos sólo conmemorar, recordar y trabajar en ello a nuestras formas, no a través de revivir lo que sucedió.
Sin embargo, creo que también hay que aprovecharlo. Si en nuestros trabajos o casas no hacemos simulacros, podemos aprovechar este evento para saber cómo realizar uno e incluso, cómo nos enfrentamos al escuchar el sonido de la alarma.
Y si no se quiere participar, también es válido, lo ideal sería conocer las rutas de repliegue y evacuación, así como los protocolos para saber qué hacer en un evento real.
Imagen: Commons
EP