El 8 de noviembre pasado, el Senador Ricardo Monreal Ávila presentó una iniciativa para prohibir el cobro de 11 comisiones bancarias en México. El tema se le complicó, y a continuación vimos denuncias y enmiendas de varias partes. Esta nota pretende aportar algunos elementos para entender el caso.
El porqué de su cobro extraordinario
Actualmente los bancos son un negocio complicado cuyos ingresos tienen origen diversos; sin embargo, para nuestros propósitos, basta con decir que tienen dos fuentes principales de ingresos: comisiones e intereses. Los intereses son, llanamente, el precio que se paga por el uso de fondos. Por otra parte, el Banco de México (Banxico) define a las comisiones como cualquier cargo distinto a intereses que una entidad financiera cobre a un cliente o usuario (Circular 22/2010).
Las comisiones tienen la finalidad cubrir los gastos de operación de los productos financieros utilizados. Ejemplos usuales: cobro por imprimir un estado de cuenta en sucursal, reponer una tarjeta de crédito u obtener una adicional, no mantener un determinado saldo, etc. A diferencia de los intereses, las comisiones son un ingreso que no implica asumir riesgos (por ejemplo, de que no se pague un préstamo).
El asunto es que en México las comisiones, incluso las que cobra el mismo banco en otra parte del mundo, son extraordinarias. La razón de ello, como suele suceder, es histórica. Voy poco a poco. Acaso convenga empezar por la crisis de 1994.
Por varias razones, sucedió que desde 1993 los bancos mexicanos casi quiebran y el gobierno mexicano los tuvo que intervenir. Ello significó, naturalmente, que comprara la deuda vencida de los bancos y los reestructurara. También significó que los bancos estuvieran un tanto al margen de la economía (básicamente no prestando) durante el tiempo en que eran saneados. De ahí que la economía mexicana aprendiera a financiarse por otros medios, no mediante el sistema bancario mexicano. Por ejemplo, los empresarios pedían dinero en el extranjero o se multiplicaron entidades no bancarias como las Sociedades Financieras de Objeto Limitado (Sofoles).
Al concluir el rescate bancario, el gobierno mexicano regresó los bancos a manos privadas; sólo que entonces los compradores fueron extranjeros. Así se explica que Bital se convirtiera en HSBC; Serfín en Santander, Inverlat en Scotia; Bancomer en BBVA Bancomer… etc. A pesar de la recuperación económica, las condiciones para prestar dinero en México seguían siendo riesgosas por varios factores. En consecuencia, adquirir préstamos en México era costoso.
Además, tras la crisis económica, el gobierno no volvería a incentivar el crédito como antes: ahora el objetivo era tener un sistema bancario sólido y estable. Todo ello permite entender que los bancos vieran en las comisiones fuentes de ingresos ideales. Hasta ahí la explicación histórica.
Datos: de acuerdo con la Condusef, en 2017, la Banca Comercial obtuvo 108 millones de pesos por cobro de comisiones. Estos ingresos han crecido a una tasa promedio de 12% anual entre 2013 y 2017; un porcentaje mayor al del crecimiento de la oferta de productos (1%) y de la cartera de crédito (9.7%). La mayoría de estos ingresos (83%) viene de comisiones relacionadas con tarjetas de crédito. Un poco más: por cada millón cobrado por comisiones, se reclaman seis mil pesos… La mayoría de la gente ni se entera bien lo que paga.
Los primeros intentos de legislar
Aunque ya había razones para imponer límites a las comisiones bancarias, la oportunidad llegó con la crisis de 2008. En buena medida, la Gran Recesión ocurrió debido a la avaricia desmedida de los agentes del sistema financiero. Es una explicación bastante tosca, pero suficientemente verdadera como para que la opinión internacional mirara con buenos ojos cualquier endurecimiento en la regulación y supervisión bancarias.
Así, en 2009-10, cuando la crisis no cedía, la izquierda mexicana introdujo la discusión de los límites legales a las comisiones bancarias. Por ejemplo: se quería limitar el cobro por consulta de saldo o retiro de efectivo en cajero de un banco ajeno. Y es que, dado que los países más afectados por la Gran Recesión fueron los desarrollados, los bancos internacionales –como Santander– obtenían la mayor parte de sus ingresos, a veces incluso los necesarios para sobrevivir, en los países en desarrollo –como México–. Ingresos que no provenían de financiar a las empresas; sino de cobrar comisiones e intereses altísimos (por ejemplo en créditos personales).
La imposición de límites a las comisiones bancarias fue inferior a la deseada; pero sirve para mostrar que el tema no es nuevo. El cuarto artículo de la Ley para la transparencia y ordenamiento de los servicios financieros establece, por ejemplo, que los bancos tienen prohibido cobrar a un cliente comisiones por consulta de saldos en ventanilla o recepción de pagos de otros bancos. Además, el artículo 26 de la Ley del Banco de México dice que éste tiene la facultad de regular las comisiones que cobran los bancos.
De modo que, si los límites legales a las comisiones no son ni inéditas ni injustificadas, ¿por qué el escándalo con la iniciativa del Senador Monreal? Hay varias dimensiones de análisis. Empiezo con un poco de contexto.
El contexto: incertidumbre y aversión al riesgo
La personalidad: Andrés Manuel López Obrador, como político, es un símbolo de disrupción. Su discurso ha sido el de revertir el orden neoliberal de las últimas décadas, acabar con la “mafia en el poder”, etc. Además, su conducta se ha mostrado un tanto volátil: ha rechazado resultados que aseguró reconocería, pactó con quien dijo que nunca pactaría, etc. Estas características tienen dos implicaciones: primero, que Andrés Manuel es algo impredecible; segundo, que Andrés Manuel tiene la carga de la prueba para dar confianza.
El mandato electoral: la victoria de Morena fue contundente en todas las áreas. En ambas cámaras del Congreso de la Unión, Morena y sus aliados se quedaron a unos cuantos escaños de conseguir la mayoría calificada. Obtuvo 19 de los congresos locales en disputa, es decir, más de la mitad de las legislaturas estatales. Ganó también la mayoría (8) de las gubernaturas disputadas. Finalmente, Andrés Manuel obtuvo 53 % del voto popular emitido en las elecciones presidenciales. En breve: aunque el triunfo se lo deban a AMLO, no solo gano él la presidencia: el partido consiguió el capital político y las condiciones para realizar prácticamente lo que desee.
De ahí llegamos al tercer elemento contextual: el movimiento. Nadie sabe bien a bien qué es Morena. En él confluyen ideologías diversas, liderazgos dispares, cantidad enorme de inexpertos y muchas ganas de transformar. No está claro hasta qué punto Andrés Manuel podrá o querrá comandar todos los brazos de Morena. Tampoco se sabe si los líderes del partido y de las diversas legislaturas se ceñirán a los deseos de Andrés Manuel. Es factible que los deseos por construir liderazgos personales con miras a un futuro político puedan más que la unión del partido. De hecho, muy probablemente esa sea la intención del Senador Monreal: construir a futuro colocándose desde ya como líder consecuente de la cuarta transformación. Lo importante, en todo caso, es todo lo que no sabemos. Es decir: Morena genera incertidumbre.
Unas palabras sobre la dimensión internacional. A nadie gusta la guerra comercial entre China y Estados Unidos, por una parte, y por la otra, es probable que 2019 llegue con una contracción en la economía mundial. De ahí que los países productores y exportadores del petróleo anticipen que el precio del crudo baje aún más el próximo año (ya lleva seis semanas a la baja).
Ahora bien, la llegada de una figura “autoritaria” y de “extrema derecha” a la presidencia brasileña tampoco es un buen dato, pues puede empezar a tomar medidas muy favorables a los mercados financieros, sobre todo ante la crisis económica del país. Finalmente, la victoria demócrata en las elecciones intermedias en EUA supuso una apreciación del dólar. En breve: el escenario internacional es uno en el que los agentes económicos buscan seguridad más que asumir riesgos.
Finalmente, solo por no dejar, recuérdese que Andrés Manuel había asegurado que no cancelaría el Nuevo Aeropuerto Internacional de México si el capital era privado. Aun así, canceló la millonaria inversión. Lo que es peor, el mecanismo al que apeló para justificar la resolución fue una consulta cuya legitimidad, celeridad y poco rigor científico permiten suponer que fue hecha para ratificar una decisión tomada de antemano.
El mensaje que manda la ley
Es en este contexto que los dueños de capital tratan de anticipar por dónde irá el nuevo gobierno. Su pregunta, naturalmente, es qué hacer con su dinero: donde rendirá más, dónde estará más seguro. Por ello lo que importa no es tanto la prohibición de comisiones. Sin duda el valor de las acciones bajó considerablemente: el mero anuncio de la iniciativa del Senador Monreal provocó que los títulos de Banorte, el segundo banco más grande del país, cayeran 9.93%; y los de Santander 6.35%. Esas pérdidas nadie las toma a bien, y quizá provoquen el encarecimiento de los créditos. Pero más allá de eso, importa lo que la iniciativa dice de la administración entrante.
Dice, evidentemente, que vienen con deseos de actuar en todos los frentes desde ya. Dice también que no hay coordinación entre el partido en el Ejecutivo y el partido en el Congreso (recuérdese que también fue polémica la actuación aparentemente autónoma de Mario Delgado, coordinador de los diputados morenistas, al negociar con el Partido Verde el traspaso de cinco diputados a su bancada). Pero para muchos, y lo más grave, es que esta iniciativa no revela un compromiso con la autonomía del Banco de México.
Como ya cité, el Banco de México tiene la atribución de regular las comisiones, y respetar su autonomía significaría aceptar que éste ha decidió no prohibir más comisiones. En este sentido, la iniciativa revela la intención morenista de incidir en aspectos que hasta ahora Banxico decide por sí mismo. No hay, acaso sobra decirlo, nada de improcedente en términos legales ni una modificación directa de las atribuciones o el carácter legal del Banco de México. Lo que hay es una intención, un mensaje, una señal contraria a la autonomía del Banco de México.
Y conviene mencionar una agravante más: de los cinco integrantes de la Junta de Gobierno de Banxico, Andrés Manuel designará a cuatro a lo largo de su mandato. El periodo del subgobernador Manuel Ramos Francia concluye el 31 de diciembre de 2018; la reciente y sorpresiva renuncia del subgobernador Roberto del Cueto Legaspi será efectiva a partir del 30 de noviembre de 2018. Alejandro Díaz de León, Gobernador, concluirá su periodo el 31 de diciembre de 2021; y el subgobernador Javier Eduardo Guzmán Calafell terminará su periodo el 31 de diciembre de 2020.
La autonomía del banco central es importante porque significa, entre otras cosas, que el Presidente no puede endeudarse a placer o implementar una política monetaria demasiado laxa. Ello es importante porque da mayor credibilidad al manejo prudente de la economía nacional: fundamental para los agentes económicos. Es uno de los aspectos más valorados por los agentes económicos. Por ello no sorprende que en noviembre 15, Banxico haya resuelto subir las tasas de interés, es decir: pagar más a quien quiera tener su dinero en pesos mexicanos. De hecho, el nivel actual de estas tasas (8%) no se había alcanzado desde 2009: año de plena crisis económica, año de incertidumbre severa.
Entonces: hay buenas razones para legislar el asunto de las comisiones bacarias. Existe también un mandato ciudadano a favor de una agenda de cambio que lleva tiempo en la discusión pública. Y lo que se puede tomar como falta de coordinación entre Morena en el Ejecutivo y Morena en el Legislativo, puede tomarse también como independencia de Poderes propios de una democracia republicana. Por otro lado, la administración entrante se esmera en ser impredecible, en pelear muchas batallas a la vez y agravar un entorno internacional desfavorable. Se han esmerado, pues, en generar incertidumbre.
Ten el valor de usar tu propia razón.
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EP
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