30 de agosto de 2019
¡Qué difícil ser periodista en México! Tal vez pensábamos que con la llegada de la 4T las cosas cambiarían; que el régimen opresor y agresor se habría esfumando. Pero, sucede lo contrario: las cifras de agresiones (y homicidios) contra comunicadores van en aumento, dejando a México como uno de los países más peligrosos para desempeñar esta labor, destacando la “mención honorífica” al no tener problemas de guerra ni de terrorismo.
Esta noticia es alarmante y es grave. Sin embargo, no es nueva. Ha costado la vida de demasiadas víctimas. En el mejor de los casos, ha desplazado a familias enteras que ven truncados sus proyectos de vida, su libre desarrollo, o los ha hecho vivir con una incertidumbre sobre su propia situación, dejando el miedo y la angustia como acompañantes permanentes, no sólo para el periodista, sino para su componente familiar, por una cuestión de seguridad que no ha sido atendida.
Esta semana AMLO preguntó si “los medios no aplaudían”, inmediatamente nos trasladó al famoso “ya sé que no aplauden” de EPN. De inmediato se vieron las reacciones en las redes sociales e incluso la comparativa de ambas situaciones.
Sin embargo, el periodismo no está para aplaudir ni adular a nadie. Los medios están para informar y para hacer contrapeso a los excesos del poder, además de que no es posible pedir aplausos por “cantar” que estás realizando una función por la cual estás percibiendo un sueldo como servidor público (en todo caso también habría que dar gracias a Dios por tu vida y tus buenas decisiones).
En julio pasado, la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, realizó un diagnóstico sobre el funcionamiento del Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. En dicho documento se señalaron varios puntos recomendatorios, pero todos encaminados a lo mismo, la necesidad de fortalecer este Mecanismo.
Es importante señalar que muchas de las personas beneficiarias que fueron entrevistadas, manifestaron que siguen con vida gracias al Mecanismo. La ONU refirió también que se ha visto que el Mecanismo ha servido como moderador y enlace entre las personas y las instituciones de gobierno relacionadas con el origen de sus problemas.
Asimismo, se habló sobre la falta de personal además de recursos humanos y materiales para atender el creciente número de emergencias, víctimas e incorporaciones, lo que genera una capacidad de respuesta insuficiente.
¿Por qué no cesan o disminuyen las agresiones? Una de las respuestas podría ser que desde su diseño, este Mecanismo es de operación reactiva; es decir, se atienden las consecuencias, las emergencias y no las causas de las agresiones.
Las personas llegan ahí cuando ya fueron agredidas, y no ha sido posible actuar de manera preventiva para evitar que estas acciones se consumen. Pero el tema sobre el diagnóstico es materia de una columna distinta que se abordará en días subsecuentes.
Regresando a la esperanza que se tenía sobre el nuevo gobierno y el cambio y libertad que representaría al derrocar a quienes ahora se culpa de haber dejado un “tiradero” que es difícil de reparar, nos encontramos con una situación igual o más complicada en este tema, los señalamientos y calificativos hacia la prensa de oposición llamada “Prensa fifí” que sólo reflejan una piel muy sensible por parte del mandatario.
Estos señalamientos enaltecen las opiniones de sus seguidores (que son muy respetables) y le dan puntos de popularidad; sin embargo, esta hipersensibilidad y estos comentarios, sean intencionados o no, preparan el escenario para un linchamiento público de quienes no aplauden.
Para que cuando haya una investigación, opinión o publicación contraria al régimen, inmediatamente, se refleje la descalificación y el denostamiento de los medios y del trabajo realizado, sin permitir ver o investigar la veracidad de lo publicado, (situación que ya se ha visto con varios diarios y revistas).
Esta situación, además de “blindar” o servir como escudo protector del Estado, tiene todavía una consecuencia más peligrosa, ya que legitima el actuar de los demás niveles e instituciones de gobierno en cuanto agresiones a este gremio y aquí entra una buena analogía:
Si vas a un restaurante y el dueño te trata mal, te hace señalamientos negativos por expresar tus opiniones sobre la atención o la comida; el personal que labora en la cocina, o los meseros se sentirán con toda la confianza de tratarte de la misma manera o peor, ya que el patrón lo está haciendo, por lo que preferirás no comer, comer sin decir nada, o tu estancia en el lugar no sería la más cómoda.
Lo anterior se menciona en virtud de que no es para nada extraño que muchos de los agresores son personas servidoras públicas.
Es muy importante señalar que el derecho a ejercer la libertad de expresión es un derecho humano que sirve para la formación y consolidación de sociedades democráticas cada vez más fuertes, estemos de acuerdo o no con lo publicado, debemos respetar a quienes realizan esta labor.
Más aún si se realiza de manera objetiva, sin intereses políticos ni partidistas, debemos escuchar siempre todas las versiones y generar un criterio propio para poder abrir un debate.
Por último, se hace la aclaración (y es obvia) que las agresiones a periodistas no se dan solamente por parte de funcionarios públicos (o sus seguidores), también la delincuencia común y el crimen organizado son perpetradores, que en ocasiones tienen una mayor capacidad o recursos para causar un daño.
En la presente columna se abordó el tema de funcionarios a propósito del “¿los medios no aplauden?”, si no es un concurso de aplausos en Sábado Gigante con Don Francisco y gana el que más aplaude, o la mesa que más aplauda za, za, za…
«Y si todo fracasa, muramos cada quien por nuestro lado…”
General Felipe Ángeles (1914)
Imagen principal: Commons
EP
3 comentarios en “México, uno de los países más peligrosos para ejercer el Periodismo”