Se necesita Feminismo

Cuando se habla de feminismo, generalmente, la discusión se divide en dos partes: quienes entienden las problemáticas que afectan a las mujeres y quienes piensan que las mujeres quieren gobernar el mundo y matar a los hombres. Los matices dependen de cada una de las personas y de si son mujeres u hombres.

No, no queremos matar hombres, queremos que ellos dejen de matarnos a nosotras, violarnos, acosarnos y lastimarnos. Queremos poder sentir esa libertad de ser quienes somos, que nuestro género no sea un punto de partida para tener ciertos derechos y oportunidades, cuando en realidad, todos deberíamos gozar de los mismos.

Muchas veces hablar de feminismo es caer en la ignorancia de aquellos quienes están en contra de que se rayen muros o se rompan vidrios; aunque, principalmente, quienes se sienten agraviados son hombres. Muchas mujeres también se sienten molestas porque aquellas, no las representan; que así no se resuelven los problemas. Pero, cada vez son las menos quienes piensan así.

Quizás puedo ver el origen del problema y es que no se sabe, con exactitud, qué es el feminismo. Este texto no es para hablar de teorías y citar autoras, es para explicar qué entiendo yo por feminismo y por qué muchas nos asumimos feministas como postura política. Posiblemente a alguien le ayude estas reflexiones.

Para comenzar, es importante tener presente que existen diversas corrientes feministas, que no existe sólo una. Que incluso, dentro del feminismo radical, existe la pluralidad. Es esencial que haya diversas formas de pensar porque todas somos distintas, tenemos experiencias y formaciones diferentes; si una sola voz hablara por todas, sería irresponsable. Pero ninguna vale más o menos que la otra, sólo son formas de ver las distintas realidades que vive una mujer.

El feminismo busca la liberación de la mujer de la opresión del sistema patriarcal, liderado, principalmente, por hombres. Esto quiere decir que, a lo largo de la historia, no nos hemos podido desarrollar en la sociedad, en la escuela o en el hogar, con la misma libertad que los hombres siempre han gozado.

Este límite de libertad la podemos observar desde los quehaceres del hogar que lo realizan las mujeres, en su mayoría; lo podemos observar en los empleos cuando se obtiene un pago inferior a un hombre, aun teniendo el mismo cargo; lo podemos observar cuando una mujer camina sola a las 3 am.

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Algunos feminismos piensan que todos los hombres son agresores, que no pueden cambiar y que no debemos reeducarlos. Otros, que los hombres pueden ser aliados e incluso autodenominarse feministas, que pueden cambiar.

Yo pienso que los hombres no pueden ser feministas porque ¿cómo un hombre va a buscar la liberación de la mujer de sus congéneres, incluso de él mismo? Es absurdo y contradictorio, además de querer llamar la atención.

Aún no sé si un hombre puede ser aliado porque mi aliado, puede ser el agresor de otra y entonces no apoyaría en nada a la causa. Otro motivo por el que no estoy tan segura de si pueden ser aliados es por la necesidad de querer siempre estar presentes en todo.

Los hombres están tan acostumbrados en estar metidos hasta en la sopa que no pueden procesar la idea de no poder participar en un movimiento de mujeres para mujeres. Quizás piensan que les vamos a quitar derechos o se volverán nuestros esclavos, no sé qué piensen.

Aunque no dudo que existen hombres que son empáticos y están autoexaminándose constantemente sobre sus actitudes, acciones y cómo pueden participar desde sus espacios sin necesidad de buscar protagonismo.

He escuchado amigos que se quejan porque no los dejan marchar junto a feministas separatistas, ellos dicen que entre muchos seríamos más fuertes. Lo que no entienden es que las marchas separatistas son de esos pocos espacios en los que podemos sentirnos seguras de que nadie nos va a agredir sexualmente, entre otros motivos.

Otro ejemplo de espacio para nosotras son los vagones exclusivos, ellos dicen que no podemos convivir entre nosotras, que siempre nos vamos peleando; pero la verdad es que prefiero que me pisen con el tacón de 12 centímetros o me jalen el cabello a que alguien me manosee, voltee y no sepa quién fue.

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Muchos de estos hombres nos llaman “feminazis” y no entiendo por qué el término; los nazis eran racistas, genocidas, segregacionistas, nosotras no lo somos. No buscamos que se mate a todo hombre sobre la faz de la tierra, no nos sentimos superiores, no buscamos imponer una ideología, sólo exigimos lo que nos corresponde.

(Ojo con las consignas, por ejemplo, “muerte al macho” no se refiere a salir de cacería de hombres literalmente, es una expresión.) Un punto más a considerar, es que la palabra “feminazi”, no existe. Es una palabra despectiva que busca ridiculizar, criminalizar y minimizar la lucha feminista.

Algo más que leo constantemente es que los hombres no son el enemigo y quizás no lo sean en un primer momento. Sí lo es el sistema patriarcal que muchas veces se encuentra impulsado por mujeres, pero son los hombres quienes principalmente son los responsables. No es necesario que maten o violen a una mujer para ser agresor, hay acciones tan pequeñas que los vuelven agresores, a esto se le llama “micromachismos”.

Estos micromachismos pueden ser actos tan cotidianos de los que no se dan cuenta porque están acostumbrados a que sea normal y, en parte, entiendo que no es su culpa porque nadie les dijo que eso estaba mal.

Pero sí pienso que tienen la responsabilidad de descubrirlos y cambiarlos: no compartiendo fotos desnudas de las chavas que confiaron en ellos, no consumir pornografía, no decir piropos, no asumir saber más que una mujer (mansplaining), no hacer chistes en donde una mujer sea el blanco de burla y humillación, no quitarse el condón a escondidas mientras se tienen relaciones sexuales, confrontar a sus congéneres cuando no están asumiendo su responsabilidad con la paternidad que tienen, no aprovecharse de las chavas que están alcoholizadas, no guardar silencio cuando saben que sus amigos son violadores, entre otras acciones. Tienen una infinidad de posibilidades para poder contribuir en esta lucha, nuevamente, desde sus espacios.

Un argumento más: “esto no es una pelea de hombres contra mujeres, sino de buenos contra malos”, no estoy de acuerdo porque es minimizar, de nuevo, la violencia machista. Es un problema de género porque uno está matando al otro: los hombres están matando a las mujeres por el hecho de ser mujeres.

Y ya sé que muchos dirán que todos sufrimos de violencia y es verdad, todos la sufrimos, pero es importante diferenciarlos ya que de esta forma se pueden buscar mejores soluciones. Además, si los hombres son los primeros en argumentar esto, lo ideal sería que también se organicen y exijan una mayor seguridad pública; acaba de pasar el día internacional del hombre y no vi ni una marcha exigiendo sus derechos.

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Los hombres también son víctimas de este sistema y necesitan repensar su masculinidad y cómo ésta debe cambiar. Que todo lo que se les dijo de niños, no es así: los hombres también tienen sentimientos.

Algo que también me gustaría decir es que las mujeres no somos perfectas, no todas somos amigas e incluso, entre nosotras no todas nos llevamos bien; sin embargo, la sororidad, que es una de las banderas del feminismo, es una acción de solidaridad, hermandad y, sobre todo, empatía de una mujer a otra. Esto quiere decir que, aunque alguna mujer no te sea de tu agrado, vas a brindarle apoyo porque ella también sufre de las mismas violencias que tú misma.

Feminismo no significa que automáticamente todas las mujeres serán amigas, significa que como mujer no estás sola, que hay muchas otras mujeres que te entienden y pueden apoyarte. Es una red de soporte, cariño, de lucha.

Por todo lo anterior es que declararse como feminista es una postura política porque decides comenzar a tomar acciones, así sean pequeñas, para no permitir ningún abuso más en ti y en todas las mujeres que están alrededor de ti.

Personalmente, puedo decir que es un proceso muy duro pues significa tener que darle una revisada a toda tu vida y ubicar aquellos momentos en los que abusaron de ti: amigos, novios, maestros, tíos, padrinos, etc. Ya no es lo mismo ver películas y series, comienzas a notar aquellas escenas que son machistas; incluso también en la música y no solamente en el reguetón, en todos los géneros.

Descubres que todo a tu alrededor es violencia y no te habías dado cuenta, es frustrante porque sientes que nada puede cambiar, te sientes sola. Afortunadamente, no es así, poco a poco las cosas van cambiando; en el camino encuentras a más mujeres que te entienden y que ellas también está luchando contra este sistema.

Esas luchas se dan de muchas formas: hay abogadas feministas que apoyan en cuestión jurídica a todas aquellas mujeres que llevan algún proceso; hay psicólogas feministas que dan terapia más justa para nosotras; hay empresarias feministas que contratan más mujeres; hay mujeres que realizan una serie de talleres, pláticas, que escriben libros para sensibilizar a otras mujeres, para que despierten de esa violencia. Es importante conocer esas otras acciones que se hacen día a día, incluso reconocer el coraje de aquella mujer que se atreve a sacar a un hombre del vagón exclusivo.

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Foto: Ángel de la Independencia. EP.

Las marchas y concentraciones son un medio de expresión. En estas marchas, muchas mujeres gritan que ya nos cansamos de soportar cada una de las cosas que nos pasan al día causadas por hombres y que quedan impunes.

Es cansado ver día tras día una nueva noticia de una mujer desaparecida, violada, asesinada; una vive al día esperando cuándo le tocará a alguien querido, a una misma. Es cansado tener que buscar todos los planes posibles por si llegara a pasarnos algo: correr, gritar, saltar del auto en movimiento, pelear, aunque mueras porque al menos tu familia sabrá donde está tu cuerpo y no pasen angustias buscándote y quizás, nunca encontrándote.

Toda esa frustración, dolor, coraje salen en esas marchas, es un lugar donde podemos gritar y sacar todo ese sentimiento de impotencia que cargamos todos los días. No sé si yo me atrevería a pintar una pared o a romper un vidrio, quizás no he pasado por algo tan extremo que me llene de rabia para poder realizar estas acciones; pero pienso que, si me faltara mi hermana, mi mamá, alguna amiga, incendiaría todo hasta que se les dé justicia.

Lo anterior me lleva a entender a aquellas chavas que son extremadamente radicales, no logro imaginar qué tuvieron que vivir para ser así. Hay tantas historias tan desgarradoras que te dan pesadillas y pides que jamás te pase o a alguien cercano. Pienso que, para entenderlas, hay que escucharlas, hay que ser empáticas con lo que vivieron.

Y está bien no estar de acuerdo con sus formas de protestar, pero no por ello no significa que no podemos entenderlas. Por eso al principio decía que, en el feminismo, hay muchos pensamientos y lo importante es encontrar alguno con el que te identifiques, pero sin criminalizar ni juzgar los demás.

Este texto es muy amplio y quizás no escribí algo relevante, pero hablar de feminismo es un tema enorme y complejo, quizás nunca terminaríamos. Podemos hablar sobre los problemas del feminismo como el ataque entre mismas feministas, la cuestión de intereses personales, la agresión física y sexual entre mismas mujeres, la diferencia entre las diversas violencias que viven las mujeres de cada lugar del país, del mundo, las formas de protestas… un sin fin de temas.

Pero sí quiero decirle a las mujeres que leen esto y que no se asumen feministas que traten de entender a aquellas otras mujeres que han vivido cosas inimaginables, que las escuchen, que traten de sentir ese dolor que llevan todos los días, que se unan a las marchas al menos sólo para conocer ese espacio, que participen en otras formas de protestas, que lean mucha literatura feminista, que dejen de pensar que entre nosotras hay que competir, que no podemos llevarnos bien porque eso no es verdad. Una mujer, siempre va a entenderte mejor que nadie más.

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Foto: En el COLMEX se colgó un «tendedero» con denuncias anónimas sobre agresores sexuales.

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A aquellas mujeres feministas, quiero decirles que tengan paciencia hacia quienes no lo son. No asuman que, si no comparten las mismas ideas, significa que buscan aprobación masculina. Todas tuvimos un proceso bastante diferente para llegar a donde estamos y que no podemos exigirles un cambio radical. Es difícil y también doloroso. Invitémoslas a participar en las distintas acciones y que conozcan todas las caras del feminismo.

A los hombres, quiero decirles que ustedes son parte de este problema y al mismo tiempo también son víctimas, pero está en ustedes poder cambiar esta situación. Acérquense a la literatura feminista, platiquen con sus amigas feministas que sí están dispuestas a explicarles, no asuman que saben más, no las confronten, escúchenlas. No busquen participar en espacios que no les corresponden. Háganse responsables de sus propias acciones, confronten a sus amigos, familiares. Creen una red de apoyo entre ustedes.

 

 

Imagen principal: Commons

 

 

EP

 

 

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